El oído, la vista , el tacto , el olfato  y el gusto son los sentidos con los que estamos más familiarizados,  son los canales de comunicación entre el cerebro y el mundo exterior. Constantemente los estímulos viajan por todo nuestro cuerpo registrando sensaciones que reconoceremos en gran medida gracias a la propiocepción. En nuestros músculos y articulaciones tenemos receptores nerviosos que permiten reconocer el movimiento, la posición del cuerpo y la relación que existe  con nuestros entornos.

La propiocepción es la capacidad que nos permite reconocer el movimiento, la posición del cuerpo y la relación que existe  con nuestros entornos.

Una forma de experimentar la propiocepción es vendarse los ojos, práctica que recomendamos realizar siempre en compañía de un maestro para envolverse en la propia experiencia, para generar una serie de estrategias prácticas y distinguir ¿cuál es la posición de mi cuerpo?, ¿qué están haciendo mis músculos?, ¿cómo está mi espalda?, ¿en qué lugar del espacio me encuentro? Las respuestas a estas y todas las preguntas, llegan mientras la práctica está sucediendo. El cuerpo se lleva una serie de hallazgos que viven en nuestro día a día.

El cuerpo es distinto en comparación a como inicia

También hay una relación más cercana con los cuerpos con los que nos compartimos  y los espacios en los que habitamos. Es importante nombrar que cuando trabajamos con la propiocepción y a nivel sensorial, desarrollamos mayor conciencia sobre los efectos que nos causan los estímulos exteriores. Se genera una conexión especial con nuestros cuerpos.

«La conciencia es una , pero se ramifica en muchos y distintos tipos de actividades e innumerables ondas de pensamiento.» B.K.S. Iyengar, Luz sobre los Yoga Sūtras de Patañjali.

 

En este video, el maestro Salvador Vázquez Del Mercado nos cuenta su experiencia al trabajar profundamente en la propiocepción y cómo han cambiado sus prácticas al incorporar este conocimiento en sus clases y talleres.

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